Una investigación demuestra que donde ahora se alza Santa Maria del Mar había un anfiteatro romano
La historiadora Jordina Sales Carbonell ha sustentado la hipótesis de que la Barcelona romana disponía de una arena o anfiteatro
La historiadora Jordina Sales Carbonell, del Grup de Recerques en Antiguitat Tardana de la Universitat de Barcelona (UB), ha realizado una investigación que le permite sustentar la hipótesis de que la Barcelona romana  disponía de una arena o anfiteatro, y sospecha que se hallaba justo  donde luego fue levantada encima primero la iglesia de Santa Eulàlia  (más tarde denominada Santa Maria de les Arenes) y después Santa Maria del Mar. Su documentado estudio va a ser publicado en breve en el próximo número 21 de la Revista d´Arqueologia de Ponent, que edita la Universitat de Lleida.
Leído  el documentado estudio de la historiadora Sales, comentadas las  hipótesis con ella y escuchadas in situ sus interpretaciones de ciertos  detalles urbanísticos, trataré de resumir cuanto sostiene.
El  marco en el que se sitúa la sospecha de que pudo contener la arena de  Barcino es el mismo que en la época tardoantigua albergó una necrópolis  con sepulturas comprendidas entre los siglos IV y VI; era extensa, tal  como se comprobó en la excavación realizada entre 1940 y 1967:  contabilizó arribar el centenar de enterramientos.
No era  sorpresa alguna que se efectuaran precisamente allí, como tampoco que,  coetáneamente o poco después, se construyera una iglesia. En otros casos  parecidos se trataba de santificar un lugar en el que habían sido  martirizados cristianos a causa de la fe que practicaban. Allí mismo  está documentado que en 877 el obispo Froidoino realizó la exhumación  del cuerpo de santa Eulàlia. Está probado literariamente que en aquel  lugar ya se celebraba culto a la citada mártir desde el siglo VI en el  templo que más adelante, durante la alta edad media, aparece referido  como Santa María de las Arenas.
Seis son los argumentos básicos en los que la historiadora Sales fundamenta su hipótesis.
Primero.  El documento más antiguo conservado en el que aparece citada Santa  Maria de les Arenes se remonta a 1104. Este nombre, contrariamente a lo  que pudiera insinuar, no se refiere a la playa cercana; y es que ahora  sabemos, a diferencia de lo que se había apuntado en tiempos, la línea  costera estaba aproximadamente donde hoy se encuentra. Este nombre bien  podría estar relacionado con la arena de Barcelona. Es sólito en  ciudades de Francia e Italia que algunas iglesias reciban desde antiguo  este apelativo; verbigracia Saint-Martin-des-Arenes, en Nîmes,o Santa  Maria de Arena, en Padua.
Segundo. La minuciosa y solvente  excavación llevada a cabo por Marià Ribas (publicada en 1977) en el  interior de Santa Maria del Mar informa del hallazgo de arenas allanadas  uniformemente y en las que después se excavaron las numerosas tumbas  (de los siglos IV a VI) que formaban una extensa necrópolis  tardoantigua. No parece razonable que en este periodo se tendiera la  mencionada capa de arena para, a renglón seguido, excavarlo y llegar a  materializar más de un centenar de enterramientos. Así pues, es más  lógico sospechar que la superficie de arena aplanada hubiera sido  situada allí con anterioridad y con un fin.
Tercero. Una simple  observación aérea de la trama urbana de esta zona de la Ciutat Vella  transmite la percepción visual de que se dibujan entorno a Santa Maria  del Mar una serie de formas elípticas y de distinto radio. Se trata de  una realidad también observable en las trazas urbanísticas de Lecce o  Córdoba, y también en Lucca y Florencia. Es la adaptación urbanística  posterior a un espacio preexistente. Por ejemplo, la curvatura del  edificio frontero a la fachada principal de la iglesia de Santa Maria  del Mar o la que originalmente se advertía en la calle Sombrerers. En el  supuesto que la arena hubiera estado en el espacio que ahora ocupa  Santa Maria, esta estructura lúdica romana tendría la misma superficie  de otros anfiteatros romanos existentes en Hispania. Una gran  concentración inusual de bóvedas y arcos medievales en las calles del  citado entorno permiten no descartar que alguno tuviera un origen mucho  más antiguo, al tratarse de soluciones arquitectónicas habituales en  arenas.
Cuarto. El recinto amurallado de Barcino era pequeño. De  poseer una arena, forzosamente tendría que haber sido colocada  extramuros. La calle Argenteria, eje viario ya existente en el periodo  de Augusto, unía el portal nordeste y el llano donde hoy se alza Santa  Maria. Sería ilógico haber tendido aquella vía para no conducir a  ninguna parte; de ahí que no sea aventurado pensar que permitía llegar a  una infraestructura existente: quizá la arena.
Quinto. El no  haber hallado resto alguno de una necrópolis alto-imperial indica que la  zona no era entonces de uso funerario, posiblemente porque estuviera  entonces ya ocupada por la mencionada arena.
Sexto: El espacio  medieval del Born, de signo lúdico, fue emplazado significativamente al  lado, al haber ya sido ocupado el lugar por el templo de Santa Maria.
Todas  estas hipótesis confluyen y hacen sospechar pues en que es razonable  pensar que la arena o anfiteatro romano de Barcino bien pudo estar  emplazado donde hoy se alza Santa Maria del Mar. De ahí que, sostiene la  historiadora Sales, valga la pena tenerlo presente, máxime si se da la  ocasión de realizar dentro de aquel perímetro sensible futuras  excavaciones arqueológicas. Y es que, tomados en consideración todos  estos argumentos teóricos, los restos que se puedan hallar permitirían  entonces ser interpretados a la luz de una óptica bien distinta a la  mantenida hasta hoy, y relacionada por tanto con la arena.
Article de Lluís Permanyer per a la Vanguardia.
 
 
1 comentari:
Ho vaig veure pel diari també! La veritat es que serien unes excavacions realment interessants ! ;)
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